Diez años en facebook

Internet es una idea horripilante. Todos los textos del mundo,
todas las opiniones inútiles del mundo, todas las mentiras y
errores, mudando interminablemente y ¿para qué?
¿Quién puede seguirlo o controlarlo? No me interesa la
increíble magnitud de la estupidez humana, querida Virginia.

Greg Bear, La ciudad al final del tiempo.

La eterna juventud había hundido a los Fitzgerald.
<<Hazte viejo, Passos. Haz envejecer a Kate>> Hem mismo
había quedado destrozado por el suicidio de su padre.
Yo tenía que poner las armas de fuego lejos del alcance
del padre de Katherine.

John Dos Passos. Años inolvidables.

Hace poco un amigo cercano me dijo adiós. Aclaro que fue un adiós digital, algo que consiste en apartarse de las redes (sociales). Aunque no frecuento a mi amigo como quisiera, eso me puso a pensar si estar ligado a una red es bueno luego de estar activo por años. En 2005 recuerdo que myspace era lo máximo, o eso me parecía. Tenía un perfil, subía un par de fotos, a veces enviaba mensajes, su dinámica estaba enfocada principalmente a la música. Escuchaba música aleatoria y encontraba conexiones. Cuando cerrabas sesión regresabas al mundo real. En ese entonces cursaba la facultad, me pasaba las tardes en la biblioteca, estrechaba manos de amigos y desconocidos e íbamos por algún café o cerveza. Todo iba bien, nuestras dinámicas estaban a la medida.

Cuando en 2008 terminé con el asunto universitario estuve un tiempo en el limbo, me aparté de muchas cosas y personas. Pensaba que era lo habitual, el siguiente paso. Desde esa perspectiva yo tenía un blog en el que ponía cosas personales, intentaba escribir sin más ambición que liberarme de mi conciencia. Así conocí a varios desconocidos que con el tiempo se volvieron familiares pese a la distancia. Leerlos representaba un encuentro interpersonal. Ya había skype y esas cosas pero en este rubro, leer a alguien representa (y significa) mucho, por lo que siempre se apreciaron esos detalles. Blogspot era sinónimo de lectura. Con el tiempo paginas enfocadas al comportamiento visual comenzaron a inundar internet. Paginas como tumblr y facebook destronarían con el tiempo a hi5, myspace y otras más.

Facebook fue más allá. Porque es como una agenda personal. Tiene tus datos y tus contactos cobran vida. Chateas con ellos, envías mensajes inbox, o archivos. Es un gran pizarrón donde cada segundo actualiza noticias, estados de animo, fotografías, canciones, videos, transmisiones en directo, links a otras paginas. Cuando entré en 2008 estaba de moda poner quiz y pequeños juegos donde la gente creaba dinámicas afines. Yo todavía usaba myspace ese año pero un amigo me envío una invitación para conectarme. Me hice una cuenta y eso parece atraer gente. Llegaron solicitudes amistades: desconocidos, ex-conocidos, gente indeseable, amigos, y personas que eran atraídas por el algoritmo de la amistad de facebook.

En todos esos años he visto cambiar las interfaces, escándalos de amigos, divorcios, pasando por «ya no eres mi amigo» hasta amenazas de «romperte la madre» (en México eso equivale a golpearte la cara). también he visto cómo las personas se transforman, yendo de un «ya no te conozco» «cambiaste» a un «ya no te quiero». Y así. Los pocos, esos que entendieron desde el principio que facebook no es más que una pagina de internet que busca un pedazo de pastel, lo usan con fines estrictamente laborales. Los iluminados se salieron y hubo gente que nunca se hizo la cuenta. Estos últimos merecen todo el respeto del mundo. Facebook ahora mismo es un supermercado de emociones, pero ojo ofendas o tengas una opinión personal porque la policía de las redes estará a tu lado.

Llevo diez años ahí y debo decir que estos últimos tres ya no es una herramienta que me sirva mucho. La mensajería se la dejo a whats y no sé si telegram sea alternativa real. Tengo un perfil de instagram donde pongo algunas fotos que me parecen curiosas. Youtube sigue siendo un top, de música y cosas en general. Bandcamp me parece excelente y tengo planeado comprar unos discos. Pero facebook se ha convertido en una hoguera de vanidades, en una dictadura de la felicidad. Deben existir una veintena o más de libros que hablen del futuro de las redes sociales digitales, cuando iba a la secundaria me apasionaba el mundo de las computadoras, aprendí a programar en pascal, visual foxpro y java. Cuando conocí html me pareció distinto. Bueno, se supone que no es un lenguaje. Los rudimentos, comprar pc magazine por el cd rom, averiguar que punto de la ciudad tenía buena conexión, ir a la biblioteca del Tec para leer manuales de programación, todas esas cosas te hacían levantar el culo. Hoy pasas mucho tiempo en esa app, o pestaña, deslizando tu dedo, o clickeando.

Entiendo el por qué mi amigo se salió. A mí, en lo personal ya no me sirve. Tengo algunos familiares que me da gusto saber de ellos pero preferiría visitarlos y escuchar su voz. Y con los amigos lejanos tener una videoconferencia como hace diez años. Y de los bloggers leer acerca de sus peripecias sin caer en lo mundano vlog. Y los que fueron o son amigos se esfuerzan en cancelar salidas, no son sinceros en sus  opiniones por el temor a ofender (¿ven?) cuando ahí está la sanidad de las relaciones. A otros simplemente los eliminé, silencié, bloquee.

Hay mucho vaticinio. Cada nueva novela que leo empieza igual. Un párrafo hablando de razas superiores o del espacio extintas moldeando alguna mitología de una orgía entre comics, rockstars y obesos gamers. Y cómo un elegido tendrá que aprender en diez libros a lidiar con ello. Pero eso es sólo la literatura, espera la película, la serie, los spin off, la memorabilia, los juguetes, las adaptaciones, los videojuegos, y después espera otra franquicia.

Y así.

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